miércoles, 23 de septiembre de 2009

LA MODA

El tema de la moda es algo que siempre me ha llamado poderosamente la atención, sobre todo por comprobar cuán manipulables somos las personas en realidad. Creo que dicha volubilidad se ve especialmente clara en el tema de cómo se supone que tenemos que vestirnos cada año, porque eso sí, lo que en una temporada resulta maravilloso, tan sólo unos meses después puede ser considerado horripilante.
Y es que vivimos en una sociedad, que devorada por el aburrimiento, decide que vistamos de formas diferentes cada estación del año, eso sí, esas formas deben estar dictadas de antemano por una serie de expertos, que decide lo que es hortera o maravilloso según el momento, el mes, el año, o lo que convenga por las razones que sea, que las supongo mercantiles.
Lo más curioso de todo, es que no hay unas directrices concretas, y que en moda, lo que hoy es considerado hortera o terrible, mañana puede ser eso que llaman in, sí, sí, porque dentro de este mundo de la vestimenta, hay un lenguaje propio y particular, generalmente utilizando palabras en inglés que la mayoría no comprendemos, pero que aceptamos sin preguntar por su significado, seguramente porque nos resultan más exóticas así. En definitiva, que alguien ha decidido que ir en chándal por la calle es una horterada, sin embargo, si alguien decide ponerse la mencionada prenda con unos zapatos con plataforma, ya no es hortera, sino cool.
Y modas las hay y las ha habido de todos los estilos, desde llevar vaqueros rotos, que por cierto, eran mucho más caros que los que no lo estaban, hasta llevar hombreras enormes, etc., y cuando parece que se les acaban las ideas a los ideólogos de la moda, entonces hacen un viaje en el tiempo y traen alguna moda del pasado, que hasta ese momento había sido considerada caduca y nos la presentan como cool, in, o cualquiera de esas palabras en inglés que tanto nos fascinan.
El colmo del despropósito llega, cuando alguien decide vestir de una forma, digamos, diferente en un momento en el que se ha decidido que ese estilo es hortera. En este caso pueden suceder dos cosas muy curiosas: si la persona es alguien desconocido y anodino, será considerado un friki; en cambio, si la persona es famosa y admirada por las masas, puede llegar a instaurar esa forma de vestir creando de este modo lo que llamaríamos una tendencia.
En definitiva, el ser humano parece abocado a vivir siempre según los dictados arbitrarios de aquellos que se erigen en expertos de algo, porque hay expertos de todo y para todo, de hecho debe de haber alguna academia en la que se forma a las personas para ser expertos. Bromas aparte, resulta muy ridículo necesitar del beneplácito de los demás para vestir de una forma determinada, y sobre todo, dejar que otros decidan por nosotros lo que nos tiene que resultar bello o no dependiendo de sus intereses. La estética es algo muy subjetivo, solamente hay que ver cómo cambian los parámetros dependiendo de las épocas.
Como conclusión, creo que debemos tratar de ser un poco más libres en todos los aspectos de nuestras existencias, ¿y por qué no empezar con la ropa que nos ponemos cada mañana? Siempre sin olvidar que la ropa no es más que eso que nos ponemos sobre el cuerpo para cubrir nuestra desnudez y no morirnos de frío, sobre todo en invierno.



Safe Creative #0905090166844

viernes, 18 de septiembre de 2009

POR AMOR AL ARTE

¿Quién no ha escuchado la célebre frase "por amor al arte"? Es un enunciado manoseado hasta la saciedad, que se pronuncia casi de manera inconsciente, y la mayoría de las veces en un tono despectivo, no sé si con razón o sin razón. Parándome un momento a pensar en el significado de la frase, y sobre todo el tono en el que se emplea, me pregunto si no estaremos viviendo una crisis global de vocaciones.
En los últimos tiempos todo avanza muy deprisa y nos hemos visto empujados a una sociedad cada vez más competitiva, materialista y consumista. El todo vale, a la hora de ganar dinero, se ha ido instaurando en nuestras vidas convirtiéndose en una constante que parece no querer abandonarnos fácilmente.
Resulta extraño encontrar a alguien que trabaje, o se dedique a algo en concreto por pura vocación, por amor al arte, por el simple hecho de que es lo que siente que tiene que hacer, independientemente de que esto le reporte pingües beneficios, y casi más extraño es encontrar personas que comprendan que no todo en la vida pasa por tener una cartera bien abultada.
Es difícil moverse en un mundo en el que todo pasa por el vil metal, desde encontrar un sitio en el que habitar, hasta conseguir todos los productos con los que nos bombardean en los diferentes medios de comunicación. Necesitamos dinero, y las vocaciones difícilmente lo dan, porque ¿quién sueña ser bróker en su más tierna infancia?
Lo cierto es que me apena profundamente ver cómo la gente, sobre todo de cierta edad en adelante, suspira resignada mientras comenta cómo los sueños de la juventud temprana, naufragaron frente a las rocas de la adversidad que resultó ser su vida. Ellos ya no creen en la vocación, y en que nada es imposible para el que de veras se lo propone, y tampoco entienden que haya personas que no busquen como fin el dinero al acometer una empresa, cualquiera que esta sea.
Por todo ello, la célebre frase: "por amor al arte", se utiliza de un modo despectivo con frecuencia, porque ya no se comprende que nadie haga nada si no es por ganar dinero. Y esta ambición desbordada, en ocasiones pervierte las más bellas profesiones, como puede ser la medicina, el arte, e incluso la política, todas ellas concebidas para dar, más que para recibir, y que ahora solamente se perciben como un modo de hacerse rico si se puede y se llega.
Reflexionando profundamente sobre el mundo que estamos creando y que les legaremos a nuestros futuros hijos, no puedo sino entristecerme, sentir que los valores que recibirán de nosotros, serán aniquilados por ese mundo demasiado materialista que nos rodea y que comienza a ahogarnos y a asfixiarnos. Y sin embargo, como bien dice la sabiduría popular: Nunca es tarde, si la dicha es buena; y siempre estamos a tiempo de revertirlo todo e impedir que las cosas sigan por un camino, que a todas luces, acabará con lo que hace más bello al ser humano, y precisamente más eso, humano.
No todo en la vida es dinero, no todo ha de hacerse en nombre del dinero, y en definitiva, el dinero en sí, no es más que eso, dinero.




Safe Creative #0905090166844


alquiler furgonetas fuengirola
millennium seguros
tarot
toner c3300

posicionamiento en buscadores Barcelona
alojamiento web
regalos originales
novasoft
francisco barrionuevo
alquiler coches en madrid

jueves, 10 de septiembre de 2009

CAZANDO UN SUEÑO

TODOS LOS TEXTOS PUBLICADOS EN EL BLOG, ESTÁN DEBIDAMENTE REGISTRADOS EN EL REGISTRO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL, Y NO PODRÁN UTILIZARSE SIN EL PREVIO PERMISO DEL AUTOR.



Te vi entre la niebla fantasmal,
flotando como nube de espectro,
sutil, gaseoso, efímero
como aliento de hadas,
cargado de atmósfera de estrellas.
Temí acercarme y asustarte,
no quise que vieras mi ansia,
mi anhelo por alcanzarte,
sabía que eras huidizo,
que temías se apresado,
tú no podías vivir cautivo,
eras humo, humo libre,
capaz de colarte por la más fina grieta,
por el ojo ínfimo de la aguja.
Te miré de soslayo,
con miedo de hacerlo muy directo,
no queriendo difuminarte…
eras bello, tan bello y hermoso,
fuego de sol naciente,
brisa marina que pesa,
que humedece y sala,
campo verde y florecido,
perfumado, dulce, ebrio de vida,
tierra oscura, húmeda, fértil,
aroma de pino enhiesto,
profundidad de bosque, de océano…
Eras tan sutil como inabarcable,
y yo, abarcable y densa,
demasiado rotunda,
demasiado real…
te movías sinuoso,
sin tocar el suelo apenas,
como bailarina grácil, mágica,
envolviéndolo todo a tu paso,
sin dejarse envolver o atrapar,
te exhibías voluptuoso,
sabiéndote muy deseado…
¿Cuánto tiempo te había esperado?
¿Cuántas noches te había llamado?
¿En cuántos espacios te había buscado?
Tiempo largo, noches eternas, espacios vacíos…
te vi, y quise alcanzarte por fin,
te veías tan hermoso…
¿Pero cómo se atrapa un sueño?
¿Cómo se caza algo etéreo?




audifonos para sordos
casas ecoeficientes
funda colchon sanitaria
kids swimwear
Notstromaggregat Diesel
Oferta hoteles vacaciones
tarot
tiendas de muebles en barcelona
tratamiento migraña alicante

alquiler de coches asturias

martes, 1 de septiembre de 2009

SANGRE Y ARENA

Era una tarde de sol ardiente, el cielo era la cúpula sobre la plaza, una bóveda de azul muy claro, era un gran foco que abrasaba. El gentío emitía voces que resultaban estridentes desde abajo, desde la arena parda. Un fino polvo impregnaba el aire, minúsculos corpúsculos que envenenaban la atmósfera, ya cargada de por sí. No soplaba el aire, y el calor caía a plomo sobre el escenario.
Negrura sentía el dolor sobre la espalda, una especie de aguijoneo que le escocía persistentemente, y algo líquido y espeso que le resbalaba por el cuello; sabía que era sangre, la había visto gotear hacia el abismo de aquella arena terrosa. Ahora miraba aquel trapo grande y de color purpúreo, que se agitaba insistente ante sus ojos cansados, invitándole a atraparlo, desafiándole pertinaz…
Entornó un momento los párpados, percibía el restallar de aquel trapo en el aire, los gritos del gentío, como un potente murmullo inteligible, y el calor, ese fuego que todo lo aplastaba con su aliento de estufa… Respiraba el aire viciado del polvo que flotaba, y sentía deseos de tumbarse, pero no allí, no en el lugar en el que se hallaba, sino lejos, muy lejos…
Una extensa dehesa se materializó ante sus ojos, una enorme extensión de tierra preñada de encinas, y de bien recortadas briznas de hierba verde. El aire se respiraba límpido, una brisa suave que se mecía lenta, vestida toda con una frescura primaveral. La tarde era lánguida, estática, como si permaneciese quieta en el interior de una fotografía perfecta, y Negrura se sentía feliz, en paz, paseando los campos que le habían visto nacer, crecer…
Una lágrima despuntó al borde de sus ojos, sentía la muerte cerca, anidada en el largo y afilado estoque que se ocultaba tras el trapo. Había pasado un tiempo indefinido en aquel muevo lugar al que le habían transportado, un tiempo tétrico y frío que no llegaba a comprender. Alzó la vista un momento, pero no vio más que rostros borrosos, y le pareció ver agujeros negros en ellos, huecos por los que se escapaban gritos inacabables.
Guiado por un impulso mecánico, se lanzó en pos del trapo grana, tal vez si lo atacaba, conseguiría huir de allí, sin embargo al acercarse, éste siempre flotaba veloz, y tan sólo conseguía rozarlo un poco. Se sentía frustrado, agotado, y el dolor provocado por las heridas de la espalda, no le dejaba pensar o sentir con claridad. Quería pedir perdón, aunque no sabía por qué, quería hacer algo que le permitiese escapar de allí, volver a casa, a su hogar…
El amanecer explotaba incandescente cada día, alumbrando cada pedazo de tierra en su avance, y Negrura siempre lo contemplaba en silencio, envuelto en una placentera emoción. El sol surgía de entre los montes bajos, y se encendía cada vez más, había pasado el tiempo de las sombras, la noche oscura e inquietante. A Negrura, a pesar de su nombre, o quizás gracias a él, le encantaba la luz de la mañana, aquella que lo bañaba todo con silbidos luminosos, semejantes a varitas de hadas.
Temía la oscuridad, y la temió aún más, cuando fue encerrado en aquel lugar, esas cuatro paredes que llegaron a trastornarle, ¿dónde está el sol? Se preguntaba con angustia, ¿por qué se ha hecho de noche tan pronto? Y a medida que pasaban los minutos se sentía languidecer más y más, encerrado en aquella noche perpetua, solo, asustado, y con aquel olor luctuoso y frío que le rondaba. La sombra que le cubría era tan densa, que llegaba a trastornarle, tanto así, que no pudiendo contenerse se lanzó contra ella, tratando de acuchillarla y hacer brotar luz de su seno profundo. Se golpeó de forma brusca contra algo que parecía un muro, y temeroso se detuvo un momento, apenas un breve instante, en el que resolló desesperado. Pasados unos eternos segundos, se lanzó de nuevo a tientas, esta vez hacia otro lado, y el resultado fue exactamente el mismo, un golpe seco y funesto que le provocó más dolor. No se detuvo, sentía que las sombras se le agarraban al cuello como perros de presa, quería huir, y se lanzó de nuevo; otro golpe. Emitió un sonido gutural, que se debatía entre el grito y el llanto, y el eco de aquella oscuridad espesa se lo arrojó al rostro con desprecio.
Nunca supo precisar el tiempo que estuvo en aquel lugar, una burla del destino, llamarse del mismo modo que el averno que ahora ocupaba: Negrura. De haber sabido hacerlo, habría reído a carcajadas de su mala sombra, y de la crueldad de algunas paradojas, en cambio, siguió bramando lastimero hasta caer agotado al suelo, una superficie granulada que desprendía un olor a sudor, sangre y miedo, que le puso los pelos de punta.
Soñó con el agua fresca de un pequeño arroyo que surcaba la dehesa en la que había habitado hasta ese momento, un agua cristalina que espejeaba cantarina bajo el sol. Allí bebía durante largo rato, saboreando el agradable goce de calmar la sed, impregnándose de la voz de cascabel del riachuelo, y sintiéndose absolutamente feliz. ¿Cómo imaginar que aquellos dulces momentos tendrían un fin próximo? ¿Cómo creer siquiera que la realidad puede cambiar de la noche a la mañana de un tajo violento? Pensó que la vida era algo extraño y misterioso, y tras mucho tiempo sintiéndose libre, comprendió que era esclavo.
La luz brotó ante sus ojos de forma violenta, como todos los sucesos que ocurrían a su alrededor en los últimos tiempos. Se incorporó confuso y fijó la vista en una puerta grande y cuadrada que se había abierto ante él. No lo dudó, tenía que huir de la penumbra, y se lanzó a galope hacia la hermosa abertura. Salió al exterior y continuó corriendo durante un breve espacio de tiempo, hasta que comprendió aturdido, que estaba avanzando en círculos, y que no había salida en aquella especie de cajón circular en el que se hallaba inmerso. Miró hacía el lugar del que había salido instantes antes, pero la puerta abierta ya no estaba, lo único que había era unos seres que caminaban sobre dos patas, y vestían de una forma llamativa.
Un aluvión de voces se le cayó encima como una losa, y entonces levantó la vista, para descubrir a más seres, un sinfín de ellos, que agitaban los brazos emitiendo sonidos que le resultaron lacerantes. Estaba asustado, quería irse de allí, ¿qué estaba sucediendo? ¿Qué era todo aquello? Apreció que la congoja se le agarraba a la garganta, y tuvo ganas de llorar…
Un trapo grueso y rosado, le azuzó el morro, Negrura se lanzó asustado hacia él, sentía que le estaba atacando, pero el trapo voló y se vio pasando por debajo, secuencia que se repitió varias veces. Entonces entró alguien más en escena, otro ser de cuatro patas, esbelto, y vestido con una especie de túnica gruesa, del que brotaba otro ser más pequeño, uno que sostenía una lanza. Negrura se sintió más asustado aún, todos aquellos personajes le estaban atacando, y no encontraba la forma de huir de allí. Decidió que tenía que atacar de nuevo con el fin de defenderse, después encontraría la salida.
Nada más lanzarse contra aquella bestia alta, que contenía dos seres en uno, sintió cómo algo punzante, frío y duro, se incrustaba sobre su cuello. Sin saber muy bien lo que ocurría, trató de arremeter con más fuerza contra aquel ser, que emitía una especie de risa absurda y estridente que le provocaba horror. Aquello que se le había clavado en el cuello, empujaba con más fuerza hacia abajo, provocándole más y más dolor; entonces giró un poco el rostro, y vio cómo aquel otro ser, le miraba a su vez, fue un instante, apenas un segundo, en el que Negrura comprendió, que ambos estaban siendo obligados a tomar parte en algo que no deseaban. Se apartó lentamente, tenía los ojos llenos de lágrimas, y clavó la mirada en el suelo. Vio gotas de sangre caer, y sintió un escalofrío, ¿qué le estaban haciendo?
Una música alegre sonaba en algún lugar, parecía que fuera fiesta, pero eso no podía ser… Apenas tuvo conciencia de lo que iba a suceder próximamente, cuando vio un ser de dos patas, correr hasta él con dos varas de colores en las manos. Supo de inmediato, a través del instinto, que le haría daño, y arremetió contra él, sin embargo aquel fue muy ágil y lo esquivó, no sin antes haberle incrustado en el cuerpo aquellas varas coloridas. Las voces arreciaron en el acto, y Negrura, apenas se dio cuenta de que otro de aquellos seres, se abalanzaba sobre él con más varas.
El tiempo pareció detenerse en un breve intervalo, la mente de Negrura procesaba veloz, mientras los acontecimientos parecían haberse detenido. Estaba encerrado en una especie de círculo terroso, el sol ardía en el cielo y sentía mucho dolor. Una sed increíble, que no había sentido jamás hasta ese momento, le acuciaba, sentía la lengua de esparto en el interior de una boca yerma, él no podía saber que era debido a toda la sangre que estaba perdiendo; a su alrededor había una serie de seres que le estaban atacando, seres a los que no había visto nunca y que arremetían contra él de forma violenta, y los gritos, aquellos gritos salpicados de una música que ahora se le antojaba fúnebre… ¿Qué estaba ocurriendo?
Ahora lo azuzaban con un nuevo trapo, este era de color rojo sangre, y era un poco más pequeño que el anterior, pero le instaba con la misma urgencia. Cansado y asustado, se lanzó una vez más hacia él, que se apartó ondeante burlándose de su torpeza. Miró a su alrededor un momento, ansiaba hallar una salida, el camino de regreso…
Cuando era pequeño, corría junto a su madre, sintiéndose seguro en todo momento, no había nada que pudiese dañarle mientras ella estuviese a su lado, estaba seguro, todo era posible, nada podía herirle. Sin embargo un día ella desapareció, no volvió a verla, y por más que la buscó, no logró encontrarla. Vivió días de gran angustia, de incertidumbre, por primera vez se sintió caminar sobre una frágil cuerda floja.
Ahora, en estos terribles instantes que estaba viviendo, todo parecía tambalearse de nuevo bajo sus pies, todo su mundo amenazaba con agrietarse, abriendo infinitas trincheras, tan hondas como barrancos, a través de las cuales sumergirse sin fin, en un oscuro averno, frío como la escarcha. Temía, tiritaba en lo más profundo de su ser, ¿qué iba a ser de él?
Un brillo alargado y fugaz, cortó la atmósfera un momento, Negrura entornó los párpados un segundo, y cuando los levantó de nuevo, supo que aquello iba en serio, lo iban a matar.


Safe Creative #0905090166844