viernes, 18 de septiembre de 2009

POR AMOR AL ARTE

¿Quién no ha escuchado la célebre frase "por amor al arte"? Es un enunciado manoseado hasta la saciedad, que se pronuncia casi de manera inconsciente, y la mayoría de las veces en un tono despectivo, no sé si con razón o sin razón. Parándome un momento a pensar en el significado de la frase, y sobre todo el tono en el que se emplea, me pregunto si no estaremos viviendo una crisis global de vocaciones.
En los últimos tiempos todo avanza muy deprisa y nos hemos visto empujados a una sociedad cada vez más competitiva, materialista y consumista. El todo vale, a la hora de ganar dinero, se ha ido instaurando en nuestras vidas convirtiéndose en una constante que parece no querer abandonarnos fácilmente.
Resulta extraño encontrar a alguien que trabaje, o se dedique a algo en concreto por pura vocación, por amor al arte, por el simple hecho de que es lo que siente que tiene que hacer, independientemente de que esto le reporte pingües beneficios, y casi más extraño es encontrar personas que comprendan que no todo en la vida pasa por tener una cartera bien abultada.
Es difícil moverse en un mundo en el que todo pasa por el vil metal, desde encontrar un sitio en el que habitar, hasta conseguir todos los productos con los que nos bombardean en los diferentes medios de comunicación. Necesitamos dinero, y las vocaciones difícilmente lo dan, porque ¿quién sueña ser bróker en su más tierna infancia?
Lo cierto es que me apena profundamente ver cómo la gente, sobre todo de cierta edad en adelante, suspira resignada mientras comenta cómo los sueños de la juventud temprana, naufragaron frente a las rocas de la adversidad que resultó ser su vida. Ellos ya no creen en la vocación, y en que nada es imposible para el que de veras se lo propone, y tampoco entienden que haya personas que no busquen como fin el dinero al acometer una empresa, cualquiera que esta sea.
Por todo ello, la célebre frase: "por amor al arte", se utiliza de un modo despectivo con frecuencia, porque ya no se comprende que nadie haga nada si no es por ganar dinero. Y esta ambición desbordada, en ocasiones pervierte las más bellas profesiones, como puede ser la medicina, el arte, e incluso la política, todas ellas concebidas para dar, más que para recibir, y que ahora solamente se perciben como un modo de hacerse rico si se puede y se llega.
Reflexionando profundamente sobre el mundo que estamos creando y que les legaremos a nuestros futuros hijos, no puedo sino entristecerme, sentir que los valores que recibirán de nosotros, serán aniquilados por ese mundo demasiado materialista que nos rodea y que comienza a ahogarnos y a asfixiarnos. Y sin embargo, como bien dice la sabiduría popular: Nunca es tarde, si la dicha es buena; y siempre estamos a tiempo de revertirlo todo e impedir que las cosas sigan por un camino, que a todas luces, acabará con lo que hace más bello al ser humano, y precisamente más eso, humano.
No todo en la vida es dinero, no todo ha de hacerse en nombre del dinero, y en definitiva, el dinero en sí, no es más que eso, dinero.




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1 comentario:

Óscar dijo...

A veces ocurre que nos quedamos con el precio de las cosas y nos olvidamos de su valor. El problema de esta sociedad no es sólo que sea materialista, sino que es profundamente (abyectamente, casi diría) interesada, y nadie, o casi nadie, hace algo sin pensar en el beneficio que le reportará. El pensamiento que rige las transacciones comerciales se ha trasladado a las relaciones personales, y eso indudablemente las pervierte. Un poco de egoísmo es incluso saludable, pero cuando sólo se piensa en uno mismo el individualismo se corrompe y el respeto se pierde.

Saludos, Lorea.