lunes, 20 de julio de 2009

LA JAULA DEL MIEDO

Tenía tanto miedo que apenas podía respirar. La atmósfera estaba tan cargada de gritos y sollozos que se había vuelto irrespirable. María, acurrucada en un rincón de la cocina, observaba ida las gotitas de sangre que salpicaban el suelo. Él ya se había marchado, había huido de la escena como una culebra cobarde, y la había dejado allí, golpeada, con un pitido insoportable en los oídos. Permanecía quieta a pesar de estar sola en la cocina, temía incluso pensar, como si de alguna forma él pudiera darse cuenta y volver para matarla.
Se abrió la puerta lentamente, y ella gimió lastimera, entonces vio entrar a un niño muy pequeño, que apretaba un peluche entre los brazos y la miraba con los ojos llenos de lágrimas, estaba tan asustado como ella. Se levantó impulsada por un resorte, caminó lenta y dolorida hasta el teléfono, y mientras revolvía el cabello del niño con los dedos, marcó un número de tres dígitos.


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4 comentarios:

Loli Martinez dijo...

Hola Lorea , tu relato es duro pero cierto . Si con este pequeño granito de arena conseguimos darles fuerzas , valentía y sobre todo apoyo , a todas esas personas que no son respetadas como tal ,si no , que las tratan como si fuesen una alfombra .....no hay que dar una segunda oportunidad .La persona que comete esa barbaridad no se quiere ni a si mismo .
Refuerzo tu relato con una obra que publiqué el sabado .Un besazo .

LOREA OTSOA HONORATO dijo...

Gracias por tu comentario, Loli. Y sí, es cierto que tenemos que aportar todos nuestro granito de arena para acabar con una lacra tan vergonzante.
Pasaré a leer tu relato ;)


Saludos!!!

Óscar dijo...

Un relato breve que es un tema de actualidad y una crónica de sucesos. Prefieres centrarte en el después, en el acto de valentía que exige toda denuncia, eludiendo descripciones sanguinolentas que no son necesarias, pues el lector puede fácilmente imaginárselas. La irrupción del niño (que representa, a mi entender, los últimos restos de inocencia en un hogar destruido) pone una nota triste y, al mismo tiempo, esperanzadora. Es la tabla de salvación de la mujer maltratada, una nueva vida y un futuro colmado de promesas.

Saludos, Lorea.

LOREA OTSOA HONORATO dijo...

Gracias Óscar, es exactamente lo que quería plasmar. Gracias por seguir leyéndome. Por cierto, me pasé por tu blog, es muy interesante, tengo que pasarme con más tranquilidad.


Un saludo.