jueves, 30 de abril de 2009

LA REVOLUCIÓN (3)

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Por la noche, y tras una copiosa cena, El Líder se retiró a su dormitorio, una gran estancia en la que había una enorme cama con dosel y mantas gruesas que le mantenían caliente toda la noche. Se metió en ella y clavó los ojos en el techo, al que el fuego de la chimenea lanzaba sombras que proyectaban imágenes amorfas y sinuosas. Él las miraba creyendo ver en ellas símbolos y señales que le mostraban lo que debía hacer, aquella noche vio un gran monumento, una estatua gigantesca de su persona, presidiendo una de las colinas más altas de la ciudad, oteándolo todo con prepotencia, y sonrió tapado bajo las mantas.
Al día siguiente se levantó presto, había tenido una visión clarísima por la noche y tenía que llevarla a cabo. Saltó de la cama y comenzó a dar órdenes vociferando a diestro y siniestro, el personal de la casa se afanó por tenerlo todo listo y a punto, no podía haber nada fuera de su sitio, ningún retraso, ninguna negligencia por nimia que fuera. Tenía que estar el desayuno listo por si quería desayunar, el baño preparado por si se quería bañar, el consejero en el despacho por si había que hacer alguna gestión importante antes de nada, el coche preparado por si quería salir, etc.
El líder iba avanzando por los largos pasillos del edificio mientras era saludado con reverencias por todos los empleados con los que se iba topando, él no los miraba siquiera, no los veía, ni siquiera pensaba en que existían hasta que necesitaba cualquier cosa de ellos. Avanzó a grandes zancadas hasta su gran despacho, donde el consejero le esperaba perfectamente listo para lo que fuera menester. Al verle entrar le saludó tal y como lo había hecho el resto de empleados, luego esperó a que fuera él quien tomase la palabra en primer lugar.
El Líder se sentó tras su mesa de despacho de proporciones desmesuradas, y miró a su consejero un momento, éste se situó justo enfrente, con los oídos bien abiertos y la cabeza gacha. Un denso silencio cayó sobre la escena a modo de telón de teatro, luego, fue El Líder quien se removió.
- He tenido una gran visión esta noche, consejero – comenzó a explicar -, he visto una gran estatua de mi persona sobre la colina Serania – continuó con voz grandilocuente –; una estatua dominando toda la ciudad y gran parte de la provincia – hizo una pausa -, pero no una estatua cualquiera, no una como las que ya tengo mil, no, no, no, una de enormes proporciones, gigantesca, toda tallada de mármol negro...
- Comprendo. Señor, sin embargo debe hablar con los arquitectos para exponerles su idea – dijo el consejero.
- Encárgate de prepararme una reunión con ellos para hoy – ordenó El Líder.
- Les citaré para esta tarde, señor – convino el consejero.
- Para esta tarde, no, para dentro de media hora, después del desayuno – corrigió El Líder frunciendo el ceño.
- Pero señor, eso no puede ser, estarán trabajando en sus obras y no tendré tiempo de reunirlos a todos – se lamentó el consejero.
- En media hora, en la sala de reuniones – fue lo único que dijo El Líder.
El consejero asintió sin objetar nada, sabía que era inútil, y que jamás se cuestionaba una orden de El Líder, él hablaba y los demás callaban y asentían, ordenaba, y todos obedecían, así era como funcionaba. Si él quería que los arquitectos estuviesen allí en media hora, los arquitectos tendrían que estar allí en media hora, no había otra opción posible.
Con una velocidad neurótica, el consejero se las ingenió para hacer llegar un aviso a todos los arquitectos de la ciudad, citándoles en media hora en la sala de reuniones del gran edificio, les rogó que fueran puntuales al máximo, porque cuando El Líder entrase por la puerta, ellos ya tenían que estar ocupando sus puestos, a la espera de recibir órdenes, de no ser así, habría graves consecuencias.
Todos y cada uno de los arquitectos dejaron lo que se traían entre manos, por orden de El Líder, y se encaminaron rumbo al gran edificio para recibir las nuevas órdenes de éste. Lo hicieron sin ninguna dilación, pues el aviso había llegado con el tiempo muy justo y apenas les quedaban minutos para personarse en el lugar de la cita. Así, fueron llegando todos en tropel, nerviosos, caminando de forma torpe y apresurada, tenían que estar en la sala de reuniones antes de que llegara Él, porque si terminaba antes de desayunar e iba a la sala antes de la hora señalada, estaban perdidos, y lo sabían.
Cada uno ocupó su lugar correspondiente, y de este modo se dispusieron a esperar la llegada del temido anfitrión. Éste no se hizo de rogar demasiado, hizo acto de presencia, envuelto en esas ropas lujosas que acostumbraba, caminando erguido, como quien está absolutamente seguro de todo y de todos, pisando el suelo con firmeza, dejando claro que era suyo, que toda la habitación era suya, que el edificio entero, con todos los que en él había, también le pertenecía, y la ciudad, y más allá…
Se detuvo en mitad de la estancia y paseó un momento la vista por todas y cada una de las caras que allí había, traspasándoles la piel hasta las entrañas, y cada arquitecto se estremeció en lo más profundo. Pero ninguno movió una pestaña, no hubo un leve suspiro siquiera, el silencio que se había instalado en el lugar era pesado y espeso. El Líder carraspeó con reciedumbre, después sonrió levemente, y los allí presentes respiraron tranquilos, estaba contento, no era una mala noticia lo que tenía que comunicarles, y eso ya era mucho.
- No voy a prolongar más la espera, señores – dijo con voz profunda -, les voy a comunicar lo que he pensado. Señores, quiero construir la más grande estatua de mi persona que se ha erigido jamás, y quiero que sea toda de mármol – silencio -. Os necesito a todos para dicho proyecto, así que deseo que dejéis todo lo que estáis haciendo ahora mismo, para dedicaros única y exclusivamente a mi estatua – concluyó.
Los arquitectos se miraron unos a otros con gesto de preocupación, pues la idea de la gigante estatua era bastante descabellada, sobre todo teniendo en cuenta que la situación de la región no era demasiado halagüeña. El lujo y el despilfarro provocados por El Líder eran notables y ya hacían mella en las gentes, que pasaban muchas estrecheces. Los arquitectos estaban construyendo viviendas para personas desfavorecidas, y si dejaban de hacerlas para dedicarse a la gigante estatua, mucha gente, que vivía en edificaciones ruinosas, se verían durmiendo al raso en poco tiempo. Además de que tendrían que contratar a un montón de hombres para trabajar, hombres que tendrían que dejar sus negocios y quehaceres para dedicarse exclusivamente a la gigante estatua, hombres a los que no podrían pagar porque había que invertir una gran cantidad de dinero en importar el mármol y en la construcción de la estatua, hombres que perderían sus negocios, su sustento y su forma de mantener a sus familias. Sí, la idea era absolutamente descabellada, demencial, producto de un loco henchido de ego, pero ¿quién le diría algo así a El Líder? ¿Quién osaría llevarle la contraria?
- ¿No tenéis nada que decirme? – preguntó éste mirándoles fijamente. Todos negaron con la cabeza. Construirían la estatua.
En ese momento se abrió la puerta con precipitación, y todos miraron hacia ella sobresaltados. Tras la hoja de madera apareció un hombre grueso que portaba un enorme portafolio debajo del brazo. Se trataba de un arquitecto, uno que se hallaba demasiado lejos cuando fue avisado de la reunión, con lo cual le resultó imposible llegar antes de que empezara. Miró a sus colegas como si quisiera buscar apoyo en ellos, estos se limitaron a mirar hacia otro lado, fingiendo no tener nada que ver con él. El recién llegado miró a El Líder con gesto de súplica, pero éste no dijo nada, se limitó a dar por terminada la reunión y abandonó la sala de reuniones.
Ya en su despacho, junto con el consejero, dio las órdenes precisas para aquel infeliz que había llegado tarde a la reunión. De nada sirvió que éste le explicase que para el arquitecto había resultado materialmente imposible llegar a tiempo, El Líder les había requerido en un lugar y a una hora, eso era lo único que importaba. El arquitecto fue asesinado en los sótanos del edificio, de forma limpia, sin dejar rastro, sin pruebas, para el mundo exterior, simplemente había desaparecido.
( Este relato pertenece al libro "Arcas cerradas", que se puede adquirir a través de este blog, en la etiqueta libros para comprar o en los siguientes enlaces:TAPA DURA:http://www.lulu.com/content/6224792TAPA BLANDA:http://www.bubok.com/libros/7792/ARCAS-CERRADAShttp://www.lulu.com/content/6212380)
CONTINUARÁ...

2 comentarios:

4nigami dijo...

Hola!
Gracias pro pasarte por mi blog y dejar una firmilla =)
Yo también me he puesto en seguidores, espero que no te importe. Lo siento mucho, pero es que ahora no tengo mucho tiempo que tengo que actualizar mi otro blog, que es de clase, así que no voy a leer esta entrada porque tendría que leer también las otras dos anteriores... así que en cuanto tenga un poco de tiempo me paso a echarles un vistazo ;)

Saludos!! =)

LOREA OTSOA HONORATO dijo...

Encantada de contar contigo, y que quieras viajar en este barco.


Un saludo.