Me complace presentaros LA VIEJA CASA, poema finalista en el concurso realizado por la editorial Bookmark Sae. Ha sido para mí un honor ser seleccionada por un jurado que ha considerado mi obra con la calidad suficiente para ser seleccionada. La comparto con todos vosotros, espero que os guste:
LA VIEJA CASA:
El viento azota las vetustas vidrieras,
cristales opacados por el aliento del tiempo,
insertados en marcos de madera vencida,
ventanas que gimen lastimeras
al azote del cierzo inclemente.
La vieja casa de piedra gastada,
soporta apenas los embates de las horas,
días largos y azarosos,
momentos mecidos en la atmósfera
que retumban incansables
entre las paredes derrengadas.
Cuántas existencias, ahora extintas,
poblaron las estancias,
pisaron sus suelos de tablones anchos,
de losetas enceradas,
cuánto amor alimentando el fuego de la chimenea,
tanto odio envenenando los rincones,
risas de niños traviesos,
llantos de mujeres solas,
gritos y furias desatadas,
pasiones ardientes de efluvios espesos,
vida y muerte, en la vieja casa.
Ahora, abandonada a su suerte,
esperando ser vencida por el tiempo,
por la inclemente lluvia invernal,
por las malas hierbas que trepan
y se abren paso entre las grietas,
siempre en busca de las entrañas para dolerlas…
El misterio cuelga de las esquinas
como telas de araña,
fantasmas del pasado
adueñados de la infortunada morada…
Fuera el bosque de alargados pinos,
aullando solitario
contra las piedras extinguidas,
piedras del pasado,
piedras de la vieja casa.
cristales opacados por el aliento del tiempo,
insertados en marcos de madera vencida,
ventanas que gimen lastimeras
al azote del cierzo inclemente.
La vieja casa de piedra gastada,
soporta apenas los embates de las horas,
días largos y azarosos,
momentos mecidos en la atmósfera
que retumban incansables
entre las paredes derrengadas.
Cuántas existencias, ahora extintas,
poblaron las estancias,
pisaron sus suelos de tablones anchos,
de losetas enceradas,
cuánto amor alimentando el fuego de la chimenea,
tanto odio envenenando los rincones,
risas de niños traviesos,
llantos de mujeres solas,
gritos y furias desatadas,
pasiones ardientes de efluvios espesos,
vida y muerte, en la vieja casa.
Ahora, abandonada a su suerte,
esperando ser vencida por el tiempo,
por la inclemente lluvia invernal,
por las malas hierbas que trepan
y se abren paso entre las grietas,
siempre en busca de las entrañas para dolerlas…
El misterio cuelga de las esquinas
como telas de araña,
fantasmas del pasado
adueñados de la infortunada morada…
Fuera el bosque de alargados pinos,
aullando solitario
contra las piedras extinguidas,
piedras del pasado,
piedras de la vieja casa.
Lorea Otsoa Honorato.
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