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No claudicaría, no traicionaría a su pueblo, y éste no le abandonaría, lo tenía claro, la gente entendería que él era puro y que no se vendía, que les quería ayudar sinceramente. No, no se traicionaría a sí mismo jamás. Así que siguió con todas las reformas que tenía previstas, dejando atrás aquella horrible conversación que había mantenido con el enigmático hombre de la máscara. Éste a su vez parecía haber desaparecido de la faz de la tierra, no había vuelto a tener noticias de él.
Nunca pudo comprender cómo sucedió, nunca vio venir todo aquello, a su pueblo, levantado en armas contra él, acusándole de ser un demonio, amparados en no sé qué religión absolutamente manipulada que les había infundido miedo. Y tal y como le dijera el enmascarado, fue su propia gente, aquellos a los que había liberado, los que le colocaron sobre el cadalso, para arrancarle la vida, absolutamente embrutecidos, ciegos…
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2 comentarios:
Gracias por tus palabras. Estuve viendo tus textos y me gustaron mucho la verdad se agradecen muchos los comentarios viniendo de alguien que escribe tan bien. Mis saludos desde aqui.
Muchas gracias, Kike, gracias por visitarme, y sobre todo por leerme.
Un saludo;)
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